‘Un gato en Paris’ (‘Une vie de chat’, literalmente Una vida de gato) es una película ideada por Alain Gagnol, cineasta especializado en el campo de la animación y que ha hecho sus pinitos con cortos como ‘Mauvais Temps’. Acompañando a Gagnol nos encontramos con Jean-Loupe Felicioli (codirector) y Jacques-Remy Girard (coguionista), ambos colaboradores habituales y compañeros en el estudio de animación Folimage.
La trama entra de lleno en el más puro Film Noir, con historia de amor y todo. Un gato, de nombre Dino, lleva una doble vida en la ciudad de la Torre Eiffel. Por el día es el cariñoso compañero de Zoe, una niña que no pronuncia palabra, y cuya madre, una policía, está obsesionada con atrapar al asesino de su marido, uno de los ladrones más conocidos y temidos de la ciudad. Por las noches, Dino tiene una muy curiosa afición; es el compañero de Nico, un ladrón de buen corazón que comete robos. El destino, uno de los principales elementos del cine negro, hará que todos los personajes se encuentren, cambiando para siempre sus existencias. Una premisa que da para mucho en la poco más de una hora que dura la película. Hasta en eso recuerda al cine clásico.
‘Un gato en París’ también se enfrenta a la dichosa manía actual de que las películas tengan una duración excesiva; Con una animación que recuerda en algunas cosas a Picasso, de trazos simples, y colores planos, la película enseguida atrapa por el peculiar cariño con el que todo está tratado.
Tanto su trama como sus personajes están perfilados con inteligencia de primera, y desprenden un gran carisma los segundos. En su desarrollo argumental podemos encontrar sentidos homenajes a ‘Atrapa a un ladrón’ (‘To Catch a Thief’, Alfred Hitchcock, 1955), por cuanto Nico es un experto en saltar de tejado en tejado buscando sus objetivos; a ‘La noche del cazador’ (‘Night of the Hunter’, Charles Laughton, 1955); e incluso a la mejor película de Quentin Tarantino, como por ejemplo el instante en el que la banda de villanos se pone nombres. Hay instantes de acción, con un muy bien ritmo interno, instantes emotivos, como todo el trauma de la pequeña Zoe o su relación con el gato, y cómo no, momentos para el amor. Podemos decir que ‘Un gato en París’ lo tiene todo, y en tiempo récord.
Me sobran los momentos en los que el film se pone surrealista, con esa visualización por parte de la madre de Zoe del villano de la función, como metáfora a su obsesión y los temores que despierta en ella, todo para después pasar rápidamente a un segundo plano cuando durante todo el metraje es su única motivación para actuar. Por la contra, hay secuencias que demuestran una gran imaginación, como la escena de suspense en absoluta oscuridad, en la que los personajes se distinguen por finas líneas blancas para que el espectador no pierda las referencias espaciales de unos personajes con respecto a otros. Detalles tan sencillos, y enormemente efectivos, como ése, más la belleza con la que es retratada la noche francesa, hacen de ‘Un gato en París’ todo un festín para los ojos.
Así pues, toda una delicia, y cuyo reconocimiento por parte de la Academia de Hollywood es la nominación al premio oscar. En cualquier caso, la presencia del film francés en la mayor fiesta que se realiza sobre el Cine sirve para dar a conocer un trabajo lleno de sensibilidad y buen gusto, una declaración de amor en cierto modo a los viejos tiempos.
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